El tiempo
de las flores era una idea filosófica. El crecimiento de las plantas no seguía
la misma línea que su contemplación; dicho así, el crecimiento de las plantas
tenía su tiempo, y su contemplación otro distinto.
Era un
tema que estaba muy relacionado con la idea de la temporalidad subjetiva y el
tiempo interno. También estaba muy relacionado con la idea de un tiempo más
amplio que la inferioridad subjetiva.
La idea
de un tiempo evolutivo, como lo pensase la filosofía de la biología de Mayr,
sin duda, era una idea muy parecida a ésta; el concepto para la temporalidad
necesita cierta rectificación que modifica su propia experiencia. El
tiempo no se puede experimentar como si fuese una actividad de los entes que
llevasen a cabo independientemente del resto de los entes. ¿O todo el problema
circunda el problema al no guardar el ser y el ente una relación de orden tal y
como el problema es pensado? ¿Una cuestión tan fundamental puede caber en tan
poco sitio para ella?. ¡De ninguna manera!; hablamos de filosofía, no de los
vicios que han creado a su costa.
Los entes
no pueden ser puestos aparte para, luego, ser usados a capricho, cuando más
convenga; esto es, no pueden ser entes dispuestos si su predisposición es
totalmente supuesta; una cosa no cuadra con la otra si no es mediante un truco
que se le permite al pensamiento. Lo abstracto no tiene una garantía
incondicional; la experiencia primera es forzada a ser la teoría de la que se sirve la
segunda; está hecha a su medida. Por el contrario, las experiencias
excepcionales y decisivas no son experiencias hechas a la medida, sino que
desbaratan la idea que subyace en la anterioridad de un tiempo que todavía está
por llegar, pero con el que, paradójicamente, su idea (temporal) se
corresponde. Este orden temporal se desfonda, y lo que pasa no cabe por el
camino del paso del tiempo. Sería, pues, una idea sintética
a priori falsa y sin garantía que, sin embargo, afirma lo que debiera
cuestionar. Dicho de otra forma, la cosa en sí del tiempo está siempre por llegar;
la experiencia le da sustancia.
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