jueves, 17 de enero de 2013

La cosa en sí del tiempo de las flores

Era la hora de regar. Era el mejor momento del día, el momento que dedicaba a las plantas: el tiempo de las flores.

El tiempo de las flores era una idea filosófica. El crecimiento de las plantas no seguía la misma línea que su contemplación; dicho así, el crecimiento de las plantas tenía su tiempo, y su contemplación otro distinto.
Era un tema que estaba muy relacionado con la idea de la temporalidad subjetiva y el tiempo interno. También estaba muy relacionado con la idea de un tiempo más amplio que la inferioridad subjetiva.

La idea de un tiempo evolutivo, como lo pensase la filosofía de la biología de Mayr, sin duda, era una idea muy parecida a ésta; el concepto para la temporalidad necesita cierta rectificación que modifica su propia experiencia. El tiempo no se puede experimentar como si fuese una actividad de los entes que llevasen a cabo independientemente del resto de los entes. ¿O todo el problema circunda el problema al no guardar el ser y el ente una relación de orden tal y como el problema es pensado? ¿Una cuestión tan fundamental puede caber en tan poco sitio para ella?. ¡De ninguna manera!; hablamos de filosofía, no de los vicios que han creado a su costa.

Los entes no pueden ser puestos aparte para, luego, ser usados a capricho, cuando más convenga; esto es, no pueden ser entes dispuestos si su predisposición es totalmente supuesta; una cosa no cuadra con la otra si no es mediante un truco que se le permite al pensamiento. Lo abstracto no tiene una garantía incondicional; la experiencia primera es forzada  a ser la teoría de la que se sirve la segunda; está hecha a su medida. Por el contrario, las experiencias excepcionales y decisivas no son experiencias hechas a la medida, sino que desbaratan la idea que subyace en la anterioridad de un tiempo que todavía está por llegar, pero con el que, paradójicamente, su idea (temporal) se corresponde. Este orden temporal se desfonda, y lo que pasa no cabe por el camino del paso del tiempo. Sería, pues, una idea sintética a priori falsa y sin garantía que, sin embargo, afirma lo que debiera cuestionar. Dicho de otra forma, la cosa en sí del tiempo está siempre por llegar; la experiencia le da sustancia.

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