miércoles, 31 de julio de 2013

Interioridad del pensamiento

Que la cosa en sí sea incognoscible es una idea negativa, no positiva. No es una idea inmediata e intuitiva; es una idea a la que hay que llegar. Por así decir, no hay una categoría a priori para ella. Es una idea sintética.

No hay conocimiento a priori negativo, sino que es una consecuencia mediata fruto de una representación; es una idea de una idea. La negatividad, pues, forma parte del fenómeno, no del noúmeno. Sin embargo, la negatividad está integrada en el propio esquema del pensamiento, el que se sigue al pensar. Y así es que se piensa en negativo como si se estuviese pensando en positivo. 

Este detalle de una psicología pura trae de suyo la contradicción con su experiencia y la ampliación consecuente. ¿De lo contrario, cómo pensaríamos, si pensar fuese una cosa en sí?. O mejor aún, ¿qué se pensaría de la cosa si la idea del pensamiento no fuese distinta de la cosa pensada?. 

El noúmeno existe porque es pensable. No es un ente de experiencia sino esencial. Se reafirma por dentro, no por fuera; es monadológico. No es que se piense tal o cuál cosa; mejor visto, es que se piensa, independientemente de lo que determine primeramente el pensamiento.

El orden del pensamiento es un asunto muy problemático que requiere metafísica. Si no hay esa metafísica, no se piensa nada. El pensamiento no piensa su orden sino desde un espacio del pensamiento. 

Mi idea de un espacio del pensamiento no tiene nada que ver con una espacialidad pensante ni, acaso, con una sustancia extensa; es una idea problemática para una filosofía especulativa. En este sentido, una filosofía que no sea especulativa piensa sin pensarse a sí; puede pensar algo, pero no se piensa.

Es inevitable que una idea problemática cause sorpresa y cierto sentimiento de falta de respuesta; frustra la expectativa del pensamiento, ¡porque no es una respuesta sino una pregunta!. Pone en movimiento el pensamiento; lo activa.

La cuestión del orden del pensamiento surge en el instante de la pregunta por sí, cuando la respuesta a una pregunta no es satisfactoria; algo falta. 

Con problemático me refiero a que no tiene una solución definitiva para la razón; no es a priori. El problema está en que la razón busca una solución que no tiene. El pensamiento se hace límite; no da más.

Exactamente, fue una idea que encontré en la interpretación que Kant hacía del cogito cartesiano (en KdrV, B423k). Contrariamente a la interpretación más habitual de Descartes, Kant mostraba que la idea del pensamiento de Descartes era esencialmente empírica. Para mí, es algo de muchísima importancia filosófica porque le da un contenido primero al pensamiento. Le quita su vaciedad; da un uso sintético a la conciencia.

Por si no se ha notado, hablo de nuevo del existencialismo, la ruina del pensamiento. El existencialismo supone que pensar es algo propio. No estoy de acuerdo con ese tipo de ideas. Es más, creo que se ha malinterpretado a Kierkegaard; no se lo ha leído a la altura que merecía. Para leer bien a Kierkegaard hay que releer a Aristóteles y a Platón, principalmente el desconcertante diálogo Parménides. Heidegger hizo algo parecido. Lamentablemente, la filosofía se ha limitado a interpretar a Heidegger, en lugar de pensar lo que Heidegger pensase. ¿No será más cómodo y enriquecedor leer las obras de los grandes filósofos como si las hubiésemos pensado nosotros, en lugar de leerlas como si fuese otro el que las hubiera pensado? ¿o no es la labor de pensar algo impropio, y de ahí que todos podamos pensar un mismo pensamiento?

Algunas de las ideas de Kierkegaard son de una belleza filosófica incomparable. Sin embargo, el concepto de la angustia debiera ser una categoría moral, y no existencial. Kierkegaard hace una reflexión sobre la experiencia del pensamiento sin que el pensamiento esté relacionado íntimamente con la categoría que lo determina; por el contrario, es indeterminado, y de ahí que sea un concepto que falta.

Si cada cabeza, mente o idea, fuese un mundo, la filosofía tendría muchos problemas para dar con algo. Los hombres seríamos abismos inaproximables y límites en sí. Por el contrario, cada cabeza, mente o idea, debe ser una parte más amplia que sí misma; deben ser totalidades, planos asibles, no encerramientos. ¿O qué distancia sería la que no pudiese ser recorrida? ¿O se puede pensar sin algo que pensar?. De hecho, creo es la forma más común de pensamiento. Si el pensamiento es, por lo común, un acto lingüístico es porque no se piensa nada sin una forma para ello (*). Todos somos capaces de tener pensamientos propios, pero el pensamiento propio debe es una anormalidad.

(*) No pienso que la idea del pensamiento sea un acto lingüístico; si es lingüístico, no es la idea que busco. Sin ir más lejos, la Distancia no se enfrenta a ese tipo de problemas sino a otros más problemáticos,


4 comentarios:

Susana Herrero dijo...

Quizá no deberías quedarte despierto hasta tan tarde, Ludovic, querido..

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO dijo...

Me desvelo con frecuencia.