La teoría sociológica es la unidad teórica y conceptual en la que se centra la sociología como teoría de la sociedad. El concepto de la sociología puede ser un grupo determinado, como mujeres maltratadas, pero no es un concepto verdadero para todo uso de la teoría sociológica del maltrato. El uso de un concepto verdadero, incondicional para lo que explica, necesita del ajuste del concepto a todo lo que condicione su novedad, lo que en un principio no comprende. Así el maltrato no se puede analizar con justicia psicológicamente sin comprender la lógica que determina primeramente su psicología. El maltrato es sociológicamente conflictivo porque hay una comunidad de mujeres maltratadas que comparte un mismo concepto, ser parte del fenómeno maltrato.
La explicación sociológica del maltrato requiere una teoría que dé cuenta de los elementos involucrados en el maltrato que sean reducibles a teoría; la teoría sociológica es primera a su explicación. La discriminación de la mujer como principio de la teoría, por ejemplo, es un prejuicio psicologista y no socilógico en principio. El maltrato se da en una lógica familiar que, en muchos sentidos, es independiente de sus miembros. Hay toda una estructura social que se mantiene constante en el maltrato y no es psicológica sino en una parte, un grado sociológico constante. El maltrato no sólo requiere de abusos, golpes y amenazas; el maltrato tiene una forma de maltrato: supone un poder, una aceptación de la víctima, un tejido familiar que lo oculte, etc. Son características sociológicas. Son comunes a un concepto solidario y no a un concepto psicológico. Alguien maltratado es víctima del maltrato, pero el maltrato es un concepto sociológico porque no se refiere a la particularidad de una víctima sino a una comunidad de víctimas que comparten el mismo concepto, el ejercicio de poder sobre ellas, la aceptación sorda, el tejido familiar, etc.
Se debe cuidar de no confundir la independencia del concepto sociológico con su psicología. La comprensión sociológica no es una comprensión que compadezca un mismo pesar psicológico (golpes, chantajes, etc.). El sociólogo compadece el concepto maltrato en su teoría, en una distancia teórica que puede representar teóricamente el fenómeno maltrato; no es sujeto del maltrato porque padezca un caso particular de maltrato sino porque el maltrato no es un problema particular. El maltratador, por esto mismo, no es un culpable psicológico sino una víctima de condiciones que precipitan el maltrato. La mente del sociólogo estudia qué condiciones son comunes a ser sujeto del fenómeno maltrato; no es sujeto sólo quien es golpeado, asesinado, etc..
El problema del enfoque psicológico como una parte del sociológico siempre ha sido un error de una crítica parcial que sólo entendía la sociología como una ciencia natural más. Es un prejuicio histórico que quiere hacer ciencia moral de lo que no es moral. El estudio de la caída de una piedra, la rotación de un astro, la composición de un líquido o la actividad neuronal no comparten el mismo esquema de naturalidad que las acciones de unos hombres ante otros hombres. Hay una acción irreflexiva, y otra acción reflexiva. La acción de la conciencia, en cuanto su representación común, no es una representación con forma natural sino con forma social. Si pasean por calles estrechas van a estar condicionados por la estrechez de la calle, y si ven la televisión por los programas que emiten; si necesitan conocer el funcionamiento de la hoja de cálculo para hacer una cuenta de resultados no van a aprenderlo porque sepan qué pasa en el orden natural sino porque hay una forma para la calcular la contabilidad analítica.
La piedra que cae según la misma ley natural que la rotación del astro, la composición del líquido y la actividad neuronal están sujetas a una teoría primeramente irreflexiva; son teorías sobre una ley bastarda y exenta de racionalidad. El verdadero principio racional es segundo a condición de ser de nuevo primero; se reordena desde su conciencia. Cuando me tropiezo y me caigo y no me vuelvo a caer porque no tropiezo no es por una racionalidad inmanente sino porque aprendo que me puedo caer y evito la caída. La caída no es a priori con la piedra; la caída se hace presente a mi memoria, y urge que encuentre una racionalidad no natural en la caída. Habrá una actividad neuronal con la expectativa de la caída. Cuando construimos la señal que avisa del peligro de caída, la ley natural sólo está en una generalidad grosso modo y sin ninguna concreción histórica; sólo es válida como repetición; es desconocida concretamente y falible, y no es a priori sino históricamente, como repetición del pasado; no hay razón a priori por ella. Razón para su ley natural era sometimiento a su sin razón; la nueva razón será la superación de la ley natural por la nueva conciencia de la ley moral. La ley moral es la ordenación primera en la continuidad de las conciencias, el único principio sociológico como razón.
miércoles, 5 de mayo de 2010
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