La cuestión es radicalizar esta sencilla discusión: ¿hay o no hay a priori moral?. Si no hubiese un a priori moral significaría que no habría una razón moral independientemente de tal o cuál subjetividad. Habría subjetividades inciertas que no podrían hacer la moral si no es mediante algo extraño que cause una incertidumbre subjetiva; no habría posibilidad de conocer la moral.
Una subjetividad es afectada por algo que la mueve y para lo que la subjetividad tiene una forma que no le es extraña, pues subjetividad y afecto se entienden y son continuas; que sea una cuestión subjetiva es prueba, mejor visto, de todo lo contrario, esto es, que subjetividad y afecto no son extraños. La subjetividad tiene, pues, una forma para ubicar ese afecto, en términos morales, el significado del otro, una forma primera para que haya moralidad (y, de manera similar, inmoralidad o distancia moral).
Quienes no tengan claro qué es una razón moral pueden pensar en la regla que siguen cuando tienen un sentimiento de atracción o rechazo hacia alguien. Son, sin ninguna duda, segundos y están determinados por la regla o principio que rige la diversidad de sus sentimientos y emociones.
Mi tesis dice que el otro no es neutro, el otro impone y causa un desplazamiento en nuestra representación. El otro nos fuerza a moralidad (o inmoralidad o distancia moral).
miércoles, 5 de enero de 2011
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