jueves, 23 de junio de 2011

El a priori de la psique, o la maquinaria con la que se crea el principio de distancia de la mente

No se puede independizar un propio de la psicología que por sí le pertenece. Antes bien, su aprioriedad reside, cabalmente, en que es el principio de su continuidad.

Si los propios se hacen reales, si se hace de un real un principio que ordene por sí mismo, se olvida que el orden que determina lo mismo y todo que se conoce está, a su vez, asimismo y de forma continua, determinado por un orden distinto de sí mismo. Es claro, por tanto, que la regresión radical en la busca del origen no es infinita; por el contrario, una filosofía de la psique debe ser la filosofía del límite de la psique, una filosofía sobre la razón del a priori de la psique.

Hay distancias y no las cosas mismas. Todo a priori es un principio de distancia de la psique consigo misma mediante una forma distinta de sí misma y no idéntica consigo misma. Cuando se mide un espacio por los puntos que ese espacio ocupa o el tiempo por los instantes que las manecillas del reloj miden se cree en una distancia íntima que la teoría que mide les facilita como una idea dada y con una forma hecha a la medida de la expectativa de su mente.

Toda teoría no es sino una distancia de la psique consigo misma hecha con una forma extraña a la psique. Se le ha puesto a la psique una teoría leve (*) de por medio con una forma que anticipa su intuición. ¿O, acaso, creen que se intuye nada e inmediatamente? Toda intuición, muy al contrario, está determinada por su historia preferente. Al respecto, he propuesto varios experimentos imaginarios fácilmente comprobables. Pueden hacerse con sofisticada maquinaria de medición, o hacerse con la maquinaria con la que se crea el principio de distancia de la mente.

Por otro lado, si bien la fenomenología era la idea filosófica de Husserl de ir a las cosas mismas como si las cosas pudieran tener propiedades esenciales que las definiesen tal y como se diera que fueren confundiendo el sentido de una filosofía primera al invertir el orden de su representación, creo haber dejado claro que mi fenomenología es una filosofía de la psique, y no una filosofía propia y sin psicología alguna.

Las filosofías sin psiques son ciertamente filosofías absurdas. El principio de distancia, por el contrario, se basa en una misma deuda primera que conduce a reproducir unos esquemas que la psicología desenvuelve como forma para una experiencia psicológica. Debemos mirar a la cara a la psicología misma, mirarla a la mínima distancia, tan de cerca que parezca que se vea lo mismo. ¿Cómo, si no, se habría ido de una sociología a una psicología, del concepto solidario a la distancia psicológica que conduce a un desplazamiento? ¿O alguien quiere hacer sociología alguna sin psiques de por medio de tal manera que sean sociologías sin razón sobre la que hacer sociología? La gramática de la psique, sobre lo que toda psicología tiene una preferencia discursiva, es la falta de propiedad de la psique que la lleva a dirigirse a lo que la psique no tiene de suyo.

No voy a negar que actualmente se puede problematizar la psicología con su antecedente biológico. Se puede hacer, en cierto modo, la psicología física: psicobiología, biopsicología o, para hablar todos de lo mismo, neurociencia, lo que es lo mismo que una filosofía de la psique sin mente y sin el objeto que no le es propio a la psicología misma. No es mi interés negar los avances de la neurociencia, pero con filosofía no hace falta alguna ninguna neurociencia sin filosofía (**).

Esto nos obliga de nuevo a hacer de la cosa en sí un problema filosófico. Nos lleva a hacer una filosofía siempre distinta de sí misma. La filosofía no está nunca ahí quieta sino sujeta a las fuerzas que la limitan. ¿Y no están todas las experiencias de las psiques distanciadas de las psiques mismas por mucho que la causa de las psiques esté en distintos sitios que las experiencias de las psiques? ¿O alguien cree que el retraso de la conciencia y la falsación de toda intuición misma es una teoría sobre una medición que contradice una intuición que no es ella misma, esto es, no sólo es distinta de sí misma sino también distante con ella misma? ¿Cómo se podría hacer una filosofía de la psique distante que se reencuentre con una misma psique si no fuese por la identidad de distintas psiques (***)?

(*) Leve en el sentido contrario que doy a la densidad. Toda distancia es psicológicamente leve sin el desplazamiento que la hace psicológicamente densa, la condición extensiva de la psique.

(**) La genética Spinozista que he señalado y su identidad con experimentos mentales actuales debieran ser un nuevo reclamo de filosofía. Tal vez, estemos olvidando lo que nunca debiéramos haber olvidado. Hacer filosofía es hacer una nueva filosofía y hacer historia es hacer una nueva historia, hacer, dicho de otro modo, una filosofía de la historia.

(***) Este principio no sólo es la única forma de hacer por fin una sociología sino que es la única razón para poder hablar, sin psiques de por medio, de moral. ¿O se habla de alguna otra forma que no sea de una forma moral?. Según mi fenomenología, toda forma moral es una forma psicológicamente distante; de lo contrario, serían moralmente indiferentes. No sólo no podrían hacer sociología alguna sino que no tendrían razón alguna para hablar, sin psiques de por medio, de moral.


El cogito cartesiano está, ciertamente, supuesto como el sustento de sí mismo que garantiza su verdad. Esta idea se puede falsar desde la moderna neurociencia o, de manera filosóficamente más hábil, desde las ideas de Spinoza al respecto.

Según Spinoza, la sustancia pensante era distinta de su sustancia material; tenían causas distintas. Ahora bien, el mayor valor filosófico del cogito no estaba en que fuese idéntico a su causa y fuese una misma sustancia, que, en cierto modo, no lo es; su mayor importancia está en que la sustancia del pensamiento es independiente de lo que la causa, y de esta independencia surge una asimetría. ¿O no estoy hablando de las ideas de Descartes sin compartir su sustancia material? ¿o los dos hablamos de lo mismo porque los dos tenemos cerebros que permiten pensar lo mismo independientemente de la casuística de nuestra casuística material?. ¿Y los que creen pensar por saberse poseedores de cerebros extraños a ellos, estrictamente hablando, cerebros distantes de los que, por sí, no saben nada? ¿O alguien conoce su cerebro de la misma manera que se conoce a sí mismo? (*)

(*) Esto es, claro está, una ironía; nadie se conoce. Es un sentido retórico, no filosófico, como ya he dicho. El sentido retórico es un adorno que saca ventaja de los estados afectivos sobre los que el artista actúa; el artista, como el crítico, está por encima del público. La retórica es una cuestión que pertenece a los sentidos, y no es, en principio, un sentido inteligiblemente determinado; su verdad a conocer no se puede conocer inteligiblemente, sino sólo sensiblemente. No hay nada que pueda ser claro y distinto en la lógica de los sentidos. Sólo la hay si los sentidos son intelectualizados y permiten una creación de distancia desde la que conocer.

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