miércoles, 7 de octubre de 2009

Comprensión solidaria

Facilito el siguiente estudio: http://www.soton.ac.uk/mediacentre/n...t/09_135.shtml .

Imaginen que quieren trasmitir un mensaje. Piensen que ese mensaje sea, por ejemplo, 01010. Encienden el ordenador y se conectan a Internet. Antes de todo esto hemos puesto unos electrodos adheridos a sus cráneos en zonas específicas. El medidor de actividad cerebral ha captado el mensaje. 01010 ha ido de sus cerebros a fuera de sus cerebros.

En otro lugar del mundo, tanto da que esté en la mesa de enfrente que en otro extremo del mundo, hay otro ordenador y su cerebro, una expectativa que, en cierta reducción causal, se llama conectado. Internet está deslocalizada; ha indeterminado el espacio. En el otro lugar del mundo usan el mismo software y hardware. Los electrodos que se adhieren al cerebro están conectados no sólo mandándose mensajes sino haciendo referencia a lo mismo: captación de cierta actividad cerebral.

La base que hace posible el B2B (brain to brain, o de cerebro a cerebro) es de innegable interés. No obstante, la forma que hace posible esa comunicación es muy estrecha. Nuestra codificación de los mensajes no sólo es mucho más compleja que un conjunto de 0 y 1 sino que lleva implicado un mundo exterior a ese mensaje.

El concepto solidario tiene una base inmediata, y otra de su mediación. La base inmediata está en la genética que impulsa a un hombre a referirse a otro hombre. La forma inmediata entre hombres sería, pues, su forma a priori; no hay discurso entre hombres sin esa condición; de hecho, es lo que distingue la relación entre hombres a la del resto de las cosas, y en lo que se funda el concepto solidario. Y la forma que media, la que hace de ampliación y lleva el molde a la relación, es exterior a su aprioriedad; la mediación, pues, es lo común que trasciende; lleva un mensaje de uno al otro con un código y por un medio externo al uno y al otro, es decir, externo a los agentes. Mi sociología es, sin duda, de la segunda especie. Como ya expliqué, se trata de la distinción entre la sociología de la inmediación y la de la mediación. La primera, la de la inmediación, al ser anterior a su discurso, no comprende la acción de la segunda; le da un contenido que sólo formaliza. La segunda, la de la mediación, al ser posterior históricamente, comprende la acción de la primera. Una es acción lógica y formal, y la otra su acción sintética. Estas sociologías se hacen, podríamos decir, dialécticas. Una lleva precipitada su acción, y la otra genera distancias de otro orden.

En otra línea de pensamiento, pero con el curioso parecido de la trascendencia dialéctica, es lo que Roy Bhaskar llama transitividad e intransitividad. Lo que él cuestiona como "ciencia" en las disciplinas sociales es su sentido de ciencia, la distinción de otros sentidos por el camino de llegar a ellas. Yo cuestiono algo más próximo, no su estatus sino su primacía, la que se hace dialéctica en la acción social. No es de extañar, pues, que haga crítica de la ideología como una acción de conciencia que sólo trasciende en su sentido solidario.

En términos fenomenológicos, lo crucial se encuentra en la síntesis de la identidad de la conciencia que está dirigida a los objetos a los que se refiere el conocimiento. Se trata de la distinción entre analiticidad y sinteticidad. Las síntesis orgánicas, las síntesis del organismo, son ciegas y vienen determinadas independientemente de su conocimiento; al estar precipitadas, padecen su historia sin conciencia. Si bien todas las síntesis son ciegas e irracionales, hay un tipo de síntesis, las de la identidad de la conciencia del conocimiento, que no sólo urgen filosofía sino que son la filosofía misma, algo que puede resultar aterrador para una mente irracional, pero que es, cabalmente, el sentido ético de posibilidad que, en una fenomenología sociológica, se llama responsabilidad. Esto, debe quedar claro, es una disposición especulativa que se comprende en el sentido del tiempo de la acción, lo que llamé la identidad que da sustento a la responsabilidad.

Veo probable, incluso fácil, crear desde una teoría de los comprendidos un conjunto de 0 y 1 que comprenda el trato social. Todos nos relacionamos con objetos comprendidos. La relación social no sería posible sin ellos. Pero se olvida que la forma a priori es un grado emocional comprendido inmediatamente; sin él su concepto estaría vacío, y sin él su significado no fluye al carecer de la forma que lo hace discurrir; su discurso, pues, se desconectaría. La conexión es una forma inmediata en un mismo grado emocional, y, a su vez, una forma mediada que ha hecho de una diversidad una identidad en una misma conciencia.

Imaginen dos hombres mirándose cara a cara sin nada que decirse el uno al otro al carecer de concepto solidario. Es, por tanto, la condición mínima de solidaridad, y algo explicable fenomenológicamente al hacer conciencia de un mismo tiempo en un mismo objeto. El concepto solidario dice que su lenguaje es sexo, y no es sólo computacional. Los roces, dicho así, necesitan de una forma, qué significar, y no se reducen al conjunto de roces de su discurso, sino que son uno en un mismo concepto. Sin el grado que dice algo, que significa, el concepto está vacío; pero, por otro lado, no debemos olvidar que en lo social el grado emocional se vive, mayormente, como falta, es decir, en cuanto al fenómeno de la precipitación, sólo es vivido en expectativa y su consiguiente precipitación.

No quiero decir que investigaciones como la que cito no sean importantes. Una investigación del mismo equipo desarrolló en el pasado una silla de ruedas con el único mando de la mente. Yo estuve inmovilizado en silla de ruedas sin poder dar órdenes a nada ni a nadie, y sé el avance que supondría. Lo que digo es que la sociología de un ser enclaustrado en una silla de ruedas no se reduce a la silla de ruedas sino al conjunto que comprende su acción.

Desde la lógica generativa de un lenguaje reducible a sus términos no se da con el algoritmo creativo porque está retrasada respecto a él. Las teorías son anteriores a su discurso, y no comprenden su causa sino su efecto; padecen la conciencia en su precipitación. Es el sentido que invierte la ciencia primera en la acción de la conciencia; no es ciencia degenerada sino filosofía. Lo que en la actualidad se llama ciencia yo digo que es ideología. Una crítica de la sociología de la ciencia, como hicieron Elias o Feyerabend, muestra que el estatus independiente de la ciencia es la forma por la que discurre su efectuación ideológica. Pero la verdadera ciencia, la estricta con su fundamento y su creación racional, puede, al contrario, y por la filosofía de su acción, hacer crítica de la ontología de la que se sirve como fundamento e ideología.

Como he expuesto en alguna otra ocasión, mi comprensión forma parte de una escuela no historicista, es decir, que no es ideológica sino crítica con toda ideología. Tiene deudas con autores tan poco interpretativos como Kant, Schopenhauer, Weber o Popper. La comprensión interpretativa, como la de la moderna hermenéutica, tiene mucha importancia, pero cede la primacía a la Historia y al sujeto, algo que yo niego desde la fenomenología del concepto solidario. La crítica comprensiva es filosofía, y comprende el tiempo de la acción. La llamo pragmática porque discurre en la síntesis de la acción, y es un nuevo sentido filosófico, sociológico y ético. Hago esta aclaración sobre la genética pragmática porque su sentido no tiene relación con el sentido vulgar de acción, es decir, hacer sin conciencia del tiempo y, por lo tanto, hacer síntesis con su precipitación.

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