jueves, 6 de marzo de 2014

El pisado

El lenguaje me resulta algo demasiado superficial a lo que, paradójicamente, nos sumamos, como si sumarse a algo no produjese nada más que una suma, un añadido neutro, por tanto, sin nada que surga consigo; a su altura, se experimenta una gran desventaja, se cae en su “tela de araña”, para decirlo con la imagen nietzscheana. El lenguaje no está a la altura de la conciencia, no es lo mismo que ella; el lenguaje está detrás de la conciencia sin otra determinación inmediata que su desventaja formal, su cara inversa; sin idea de sí, es una actividad pasiva, una pérdida de espacio. Su neutralidad es falsa, esto es, que su indiferencia no es indiferente, sino que sigue unas preferencias; muy al contrario, se abre paso y pisa el lugar que ocupa lo abstracto, sustituye su lugar (*). En el lenguaje se diluye lo que el pensamiento aporta, lo positivo del mismo; en su lugar, se pone un sustituto, se crea una distancia.

La idea del pensamiento es, primeramente, actividad interna, pensamiento de esto o de lo otro; todos creemos pensar algo que, sólo excepcionalmente, llega a ser consciente e ir a algún sitio. La experiencia de la conciencia tiene un patrón selectivo que la lógica, habitualmente, ha dejado de lado; falsea las cosas imprimiendo el sesgo de su comodidad (**). Urge, pues, cierta ralentización, cierta ventaja sobre la experiencia más inmediata que se precipita.

Últimamente, me está sucediendo que necesito densidad de términos, necesito recurrir a ellos para organizar una idea que, más tarde, es dejada de lado; me sirvo de un término para un uso especulativo que descubro en su falsedad, lo limito sin dejarlo correr más.

(*) La figura del pisado se refiere a la dialéctica y la indiferencia en la que se asienta, la lógica a la que se encadena como un fundamento que todo lo funda y en el que todo cae.

(**) Como Rochefoucauld ya dijera, “tenemos más pereza en la mente que en el cuerpo” (Máximas [487]); si no fuese así, si fuésemos primeramente apercibidos, no percibiríamos nada o percibiríamos siempre lo mismo.

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