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Cosa en sí del pensamiento, la elaboración de la idea que falta
La idea
es un truco del pensamiento. No es algo que le sea propio sino mediante una
distancia consigo mismo; no es una mismidad. Que el pensamiento sea una
mismidad era la idea del cogito cartesiano:
no es lo que una conciencia piense, sino que toda conciencia es pensamiento de
algo; en este sentido, todo pensamiento está fuera de sí. Nadie piensa “en
abstracto”; se piensa algo.
La idea de una interioridad del pensamiento es una idea sintética que no está
ligada a la experiencia mental sino mediante un salto que permita su
exterioridad. Aunque esta idea puede parecer extraña, es la única que permite
llegar a una relación íntima de las ideas. Si las ideas fuesen íntimas, su aprioriedad haría
imposible que fuesen conocidas. Cuando se pensase, no habría lugar para que la
experiencia de pensar fuese distinta de lo pensado; no se pensaría nada o se
pensaría todo; la conciencia que moviese el pensar sería la misma que la
identidad de su conocimiento; pensar sería conocer. Pensar “esta cosa” sería
pensar, exactamente, “esta cosa” sin que hubiese lugar para que “esta otra
cosa” fuese “esta misma cosa”. La diferencia fundamental está, pues, en el
sustrato de una conciencia con una experiencia garantizada, que piense lo
mismo: la extensión del pensamiento se ajusta a lo pensado; dicho así, en la
cosa pensada no hay lugar para todas las cosas sino, mejor visto, sólo para
unas pocas. Es por esto que hay que limitar lo que se piensa.
Siguiendo esta línea de pensamiento, se puede ver que la sensibilidad de la
idea del pensamiento queda fuera. Así pues, cosas como idea
de una idea (idea
intelectual o idea pura) o sentimiento de un sentimiento (sentimiento sensible)
son conceptos vacíos o indeterminados a la espera de una garantía y fundamento a
priori o, en el mejor de los casos, para su contradicción, esta es, la idea que
le niega asiento. Vg. éste que soy yo, no soy yo; así pues, ¿quién creo ser? ¿o la idea de mí está
garantizada?. A este propósito, la idea del conocimiento personal o
reconocimiento, conocimiento de uno, es una especulación afectiva sin sitio
para que haya un conocimiento a priori de ella; de hecho, no es, cabalmente, un
conocimiento. Con esto no quiero decir que el conocimiento no sea un afecto. Lo
es, pero con categorías que no son, en esencia, simistas; no son sí mismo. Conviene
advertir que esta idea del conocimiento es negativa (y, por tanto, todo
conocimiento de esta especie sería imperfecto); contrariamente, su idea del
pensamiento, su condición extensiva, es positiva (será un pensamiento
imperfecto, que se piensa).
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