Un pensamiento sin objeto, o sin su propia referencia, ¿adónde iría, o en qué concluiría?. Pensar es pensar algo. Pensarse a sí mismo, como si el pensamiento se pudiera pensar, no sería, pues, sino una flexión interna basada en una distancia consigo misma, un espacio propio dialéctico que contaría con una ventaja para subsistir a toda posible contradicción; se reafirmaría mientras especulase con que la esencia de su experiencia interna fuese idéntica a todo pensar. Su afirmación sería la repetición de una presencia abstracta como si, conforme a un cambio de nada, hubiese producido algo. Su temporalidad es un tiempo de nada, un tiempo negativo que, por sí, no produce nada. La temporalidad del pensamiento, que el tiempo del pensamiento discurre al ritmo de lo que se tiene en mente, es un psicologismo temporal confundido con el primer grado por el que viene determinado. La idea del tiempo de la mente, por el contrario, es la forma mínima a partir de la que la intuición es reconocible.
jueves, 4 de julio de 2013
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